La violencia psicológica está muy silenciada; sin embargo, sus secuelas son iguales o mayores que en el maltrato físico. Esta violencia se ejerce cuando una persona no identifica ni respeta al otro como a un igual lo que, unido a la tendencia a reaccionar de manera violenta, provoca dinámicas de degradación que generan un progresivo malestar que acaba anulando a la víctima de este tipo de maltrato. La mujer que es víctima de este tipo de violencia tiene muchas veces muy difícil su percepción ya que se dan muchos factores que dificultan la percepción de esta violencia, y uno de esos factores es la propia actuación del agresor. Estudiaremos un tipo de violencia psicológica que es muy sutil, muy tenue, no deja huellas y se da por un perfil de agresor narcisista que sabe muy bien lo que hace y mide su lenguaje para que su violencia no deje rastro. Este perfil de agresor es el más peligroso ya que es una persona inteligente, que ejerce una violencia medida, premeditada, intencionada y continua sobre su pareja. Ante situaciones en que este tipo de violencia ya se está ejerciendo o está incluso asentada en una relación, lo primero y más importante es conseguir que la víctima pueda reconocerse como tal, para así darse cuenta de las dinámicas violentas en las que se encuentra inmersa y relacionarlas con las consecuencias nocivas que le están provocando.